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viernes, 23 de enero de 2015

Aquí no se para ni Dios.

Sé que cada reflexión es diferente, pero creo que esta es especial por varias razones. Porque es la primera del 2015, por la situación actual de los que formamos parte del blog... motivos variopintos que te hacen abrir los ojos y saber que has madurado en ciertos aspectos. Aunque también te das cuenta de todo el camino que te queda, así que empecemos. 

¿Cuántas veces me habrán dicho que "si la cabeza no funciona, lo demás falla" en el baloncesto? Es un deporte en el que por suerte o por desgracia has de pensar y eso a veces puede jugar en nuestra contra. Creo que en muchas situaciones, yo mismo y quizá tu como lector/jugador/entrenador nos hemos hundido en el fondo de una piscina. Tocas un fondo complicado, porque pocas veces te das cuenta que estás tan abajo y que las cosas no salen bien. Pasan los días y es cuando empiezas a sentir que algo falla, que las cosas no salen y que ... ¡joder! Algo está pasando aquí porque yo no soy así o mi equipo no es así. 

Duro eh. Nadie dijo que fuese fácil. Y entras en un círculo vicioso, en el que trabajas poco porque estás preocupado en que las cosas no salen y las cosas siguen sin salir porque estás pensando en cosas que no tienes que pensar. Creo que esto lo hemos vivido todos en nuestra justa medida algún día, pero también empiezo a pensar diferente. Empiezo a pensar que hay que dejar de preocuparse y empezar a ocuparse. Me explico, entiendo esa preocupación, en cierta medida es buena porque quiere decir que te importa y al final tienes que luchar por las cosas que te importan. Pero también entiendo que esa situación nadie va a venir a arreglarla por nosotros y que tenemos que cambiar la mentalidad de "las cosas no salen y no van a salir" a "cierto, las cosas no salen, pero me voy desvivir para que salgan". 



Un ejemplo muy cercano y a menor escala hará que se entienda lo que quiero decir. El otro día uno de mis minis falló un tiro en un dos contra dos y puso cara de... enfadado digamos. Ese microenfado de un segundo lo aprovecharon los siguientes pillarles al contraataque y meter canasta. Doble cara de enfado. Como es un chico listo, en el siguiente tiro al cabo de dos ataques falló y con la misma cara de enfado corrió para defender como hacía tiempo que no veía a ningún chico de su edad. Roba, balón entrenador y compañeros le felicitan y la cara cambia de enfadado a orgulloso. 


¿Se va entendiendo? Hay que pelear, remar todos en la misma dirección y salir adelante. Todo el mundo tiene sus malos días, pero también todo el mundo tiene la obligación de aguantarlos y volver al día siguiente con más ganas si caben. Porque caer está permitido pero levantarse es obligatorio.
Ningún equipo ganador ha llegado a la meta sin esfuerzo, pero estoy seguro que tampoco ha llegado a la meta sin caerse un par de veces por el camino. Son ganadores porque han fallado y porque saben levantarse. 

Os dejo una lección de vida que resume bien la reflexión de hoy. Me quedo con todas y cada una de las palabras que pudo decir en su momento Valentí Sanjuan en el Ultraman de Hawaii de este año, pero en especial la que da título al post:

"Me da igual lo que pase, aquí no paro hasta que llegue. Dentro de tiempo, fuera de tiempo... ¡su puta madre! ¡Pero aquí no se para ni Dios! ¡Aquí no se para ni Dios, joder! NO SE PARA NI DIOS."


Esperemos que en este año haya pocos momentos críticos, pero esperemos también que estas palabras te ayuden a poder salir de ese fondo con ganas, trabajo y sacrificio. Porque al final el baloncesto, como ya dije en su día, es lo más importante de las cosas poco importantes y si a veces las cosas no salen recuerda que aquí no se para ni Dios. 

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