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viernes, 26 de octubre de 2012

Una vez al año... no hace daño.


Y si los gritos, los castigos, los "vete a casa" o las contestaciones no son la solución siempre?
Me explico: me considero un entrenador que, si lleva un ejercicio, un entreno o el tiempo que "mande" durante pista; grita. Grita bastante pero ordenadamente, porque tampoco quiero que mis jugadores se colapsen y únicamente escuchen gritos, pero no lo que quiero decir. Después ya si los tengo que reunir puede ser que hable calmado para que cojan aire y empiecen el ejercicio de nuevo. 
Pero creo que también me enfado bastante... Quizás porque a veces me saquen de quicio o porque tengo días irritables, el caso es que pego alguna bronca que otra. 
En ese momento el silencio absoluto se apodera de la pista y temporalmente solo me escuchan a mi y en que si no lo hacen bien, tendrán su "recompensa". Considero indispensable un entrenador con sangre para enfadarse con todos y poner en tensión a cualquiera. Un entrenador debe de ser respetado y sin duda, sobretodo a edades tempranas, necesitan una figura rígida que se enfade cuando lo tenga que hacer. 

Pero aquí es donde entro yo, ¿y si escogemos uno , dos , tres o los entrenos que sean necesario para hacer "piña" con nuestros jugadores?
Ya no solo una simple reunión para hablar de la temporada, sino, por ejemplo, media hora de chistes para amenizar el vestuario y hacer equipo. 
Una risa entre ejercicio y ejercicio, un gesto amigable en algún descanso, no solo relaja  (en el buen sentido de la palabra) al jugador, sino que también le hace quitar la presión en partidos. Todo esto siempre teniendo en cuenta que tus jugadores no se pueden salir de el guión de jugadores ni tu, del tuyo como entrenador. 

En resumen, una risa de vez en cuando, para intentar amenizar a tu equipo no hace ningún daño.
Fomentemos equipos "dentro y fuera" de las pistas. 

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